EL CLAVECÍN, INSTRUMENTO ESTRELLA DEL BARROCO

 

   El clavecín, también llamado clave o clavicémbalo, es un instrumento de cuerda pinzada mediante unos plectros de cañones de plumas accionadas por un teclado, y en algunos casos, dos.

   Proviene del salterio griego, que es un instrumento de cuerda formada por una caja de resonancia que puede ser de diferentes formas (triangular, cuadrangular) sobre la que están estiradas varias cuerdas que pueden ser accionadas por pulsación con las manos o por percusión con pequeños palos.

A este salterio a finales del s. XIV se la añade un teclado y surge un instrumento que es ya el antecedente directo del clavecín. Me refiero al clavisimbalum. Era un instrumento de cuerda pulsada accionada por un teclado, y que tenía que colocarse en una mesa para poder tocarlo. Es el primer instrumento de teclado conocido y, por supuesto, antecedente de todos los instrumentos de tecla que vinieron después.

   El clavecín pudo nacer más o menos entre mediados del s. XV y el s. XVI, pero su época de esplendor fue el Barroco, entre los siglos XVII y XVIII cuando casi todos los compositores, por no decir todos, crearon obras para este gran instrumento. Aquí tenemos a Rameau (francés), Purcell (inglés), Bach (alemán)... por citar algunos que nos pueden sonar.

   Los primeros clavecines tenían un solo teclado (al principio colocado en el centro, después pasó a la izquierda) y una gran caja de resonancia que empezó siendo más pequeña, para (cuando el teclado se colocó a la izquierda) hacerse más grande. En torno al siglo XVIII, el clavecín logró tener hasta cinco octavas completas, tres o más juegos de cuerdas y dos teclados. En este momento comenzó a competir con el nuevo pianoforte, inventado por Cristofori, pero no aguantó el tirón, debido a que, como su nombre indica, el pianoforte es capaz de realizar sonidos de diferente intensidad, cosa que el clavecín no puede. En el clavecín, da igual la fuerza con la que ataques la tecla, que la intensidad del sonido es siempre el mismo.

   En el desarrollo que sufrió este instrumento a lo largo de los siglos XIV al XVIII nos encontramos con otros dos derivados de él: el virginal y la espineta.

   El virginal deriva de la forma más simple del clavecín y tiene una sola cuerda por nota, por lo que su sonido es bastante suave. Tiene forma rectangular y normalmente su tamaño es pequeño para poder colocarlo encima de una mesa para poder tocarlo. El período del virginal es más bien los siglos XVI y XVII.

   La espineta tiene también un sola cuerda por tecla y nota y forma de ala, en este caso, la espineta de la fotografía tiene forma de ala de pájaro. Su característica principal es que las cuerdas parten desde el teclado al exterior en un ángulo de 45 grados. Se utilizó sobre todo entre los siglos XVII y XVIII.

   El clavecín es un instrumento que en un primer momento se tomaba como muy versátil para aprender a practicar en casa, para estudiar a tocar. Pero también se utilizaba en las orquestas de cuerda, o en grupos de cámara pequeños y el director de la orquesta solía dirigirla desde el clavecín. Pero, sin embargo, aunque lo parezca, no es un instrumento fácil de tocar. Los más evolucionados tienen varios juegos de cuerdas por tecla y unos cuantos juegos de pedales o tiradores que el intérprete debe ejecutar para hacerlo sonar de manera independiente o a la vez.

   Su sonido es más chillón que el del piano y, otra particularidad que tiene es que no alarga el sonido para hacer un continuo de las distintas notas de una obra musical, sino que las melodías suenen entrecortadas. Por eso, las obras para este instrumento suelen tener una mayor riqueza rítmica y melódica que para el piano (en el que los compositores ya podían jugar con los matices).

   Os dejo un ejemplo de obra de clavecín, que es una de las más conocidas de J. S. Bach. Me refiero a "Las variaciones Goldberg" (en otro post os contaré la historia de esta audición). Y la intérprete es una de las heroínas que encontramos en la música que, aún siendo del siglo XX, logró resucitar a este gran instrumento del Barroco del largo letargo en el que lo había sumido el pianoforte. Me refiero a la gran Wanda Louise Landowska.


      Wanda Louise Landowska era una pianista polaca nacida en Varsovia en 1877, que aprendió a tocar el piano y el clavecín en el Conservatorio de su ciudad natal. Pero con la llegada de la primera guerra mundial tuvo que huir, hasta llegar a Francia una vez empezada la segunda guerra mundial. Desde París se dedicó a restituir el clavecín, con tan buen tino, que algunos compositores contemporáneos, como Falla o Poulenc le escribieron conciertos. Después, sin embargo, también tuvo que huir de París, por el asedio al que estaba sometido por los alemanes en la segunda guerra mundial y marchó a Estados Unidos, donde murió en 1959. Es una pianista y clavecinista importante que llegó a conseguir el reconocimiento mundial por todo el trabajo que realizó en su vida artística.

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